martes, octubre 23, 2012


¡Al rescate de los cuentos de hadas¡

Paula Benedict de Bellot *

Ante la invasión de imágenes, sonidos televisivos y las conductas casi adictivas frente a las pantallas de las computadoras; se hace imperativo que los padres y educadores se lancen al rescate de los cuentos de hadas.
Se preguntaran el verdadero motivo por el cual hacemos esta anticuada recomendación. Pues es evidente para todos, el incremento considerable de la dependencia de los niños con la televisión y los juegos de ordenador. En gran medida la ausencia de los padres debido a las extensas jornadas de trabajo o la dificultad de los mismos para tomar conciencia de su verdadero rol de  educadores y no sólo de “criadores”, han empujado a los niños y niñas a establecer relaciones adictivas con la cuestionada TV y con los juegos de computadora.
La relación de dependencia con el medio televisivo, es poderosa ya que el hecho de observar programas en la pantalla, genera en el espectador una actitud de absoluta pasividad hipnótica, donde sin ningún esfuerzo se atiborra la percepción con millones de imágenes, que se instalan sin pedir permiso dentro de los procesos cognitivos infantiles, sin que exista en absoluto un filtro para seleccionar los mensajes. Por lo tanto la pereza mental se va convirtiendo en un estilo que progresivamente atenta contra la capacidad de juicio sobre la realidad. En su medida los juegos repetitivos comandados por las teclas y botones, mal llamados interactivos, sólo ofrecen puntajes por acumulación de puntos, pero en definitiva nada creativo que pueda ser manipulado por la imaginación individual.
En cambio los cuentos de hadas o los cuentos populares, se convierten en una invaluable herramienta para desarrollar una imaginación autónoma con matices personales, ya que cada niño o niña creará sus propias imágenes mentales, incluyendo movimientos y acciones de los protagonistas de las historias.
La función maravillosa que siempre han cumplido los cuentos es que permiten al niño enfrentarse, por ejemplo con la lucha entre el  bien y el mal o con intensas rivalidades fraternas o entre generaciones  y que en el transcurso de la narración se resuelven de manera satisfactoria para el pequeño lector. Por lo general el niño se identifica con el héroe, el cual siempre es representante del bien, además de que sale siempre airoso de las trampas que los “malos” le tienden.
Los cuentos son el terreno propicio sobre el cual los pequeños pueden proyectar sus más intensas y recónditas preocupaciones conscientes e inconscientes y resolverlas satisfactoriamente en la fantasía.
Que niño en algún momento no ha pensado que su “mamá es una mala”, cuando ha sido restringido de alguna manera. Pues en el cuento de hadas tiene el permiso para odiar a la madre mala representada siempre por una madrastra-bruja a la que se puede aborrecer legítimamente sin despertar la culpa que acarrearía, aunque sea por un instante “odiar” a la mamá mala que le impidió seguirse mojando con agua helada, que le impuso comer un plato de sopa o que le negó un permiso.
Respecto a la crueldad en los cuentos, sabemos que muchas veces no es mayor que la propia realidad del niño. Por eso el destino de Hansel y Gretel no es en muchos casos, un trauma para el niño. Mientras que una postura tradicional y conservadora insiste en suprimir estos cuentos, una corriente más avanzada y moderna aconseja difundirlos, ya que entregan al niño indicaciones para la práctica del diario vivir, a la vez que contribuyen a la superación de muchos temores infantiles. El niño debe aprender a superar situaciones de violencia que ya presenta la vida y los cuentos son una primera lección en dicho sentido.
Además es importantísima la función que cumplen en cuanto al desarrollo de la imaginación, la fantasía y la capacidad idiomática de los niños.
Los cuentos de hadas están poblados de situaciones a veces sombrías, pero también hay relatos bellísimos de una gran fantasía donde impera la ternura, la magia de las cosas buenas y cierta dosis de generosidad.
Los cuentos de hadas nos acompañaran siempre, ¿quién no recuerda las historias que le relataron en su infancia? ¿Acaso no sentimos gran regocijo cuando sabíamos que las historias acabarían bien y que estábamos bien protegidos en un rincón al lado de nuestros padres? Los cuentos infantiles permiten al niño vivir una vida interior bella rica en contenidos y pueden sustraerlo del embeleso hipnótico y exclusivo  de  la televisión. El ingreso al mundo del lenguaje del cuento debe realizarse preferentemente de la mano de los padres de familia ya que ellos son el punto de apoyo del universo infantil.

*Paula  Benedict de Bellot es Escritora,  Psicóloga y Psicoanalista. 

Lecturas recomendables para comenzar: los cuentos de Charles Perrault, los Hermanos Grim, Hans Cristian Andersen, Cuentos de la selva de Horacio Quiroga y cuentos populares latinoamericanos.
Autoras Cruceñas de cuentos para niños  a quienes pueden leer: Biyu Suarez y  Angélica Guzmán
Para saber más sobre el tema:
“Alas para la infancia”, Peña M. Manuel, ED. Universitaria, Chile 1995
“Psicoanálisis de los cuentos de hadas”, Bettelheim, Bruno, ED. Crítica, Barcelona 1994