¡Al rescate de los cuentos de hadas¡
Paula
Benedict de Bellot *
Ante la
invasión de imágenes, sonidos televisivos y las conductas casi adictivas frente
a las pantallas de las computadoras; se hace imperativo que los padres y
educadores se lancen al rescate de los cuentos de hadas.
Se
preguntaran el verdadero motivo por el cual hacemos esta anticuada
recomendación. Pues es evidente para todos, el incremento considerable de la dependencia
de los niños con la televisión y los juegos de ordenador. En gran medida la
ausencia de los padres debido a las extensas jornadas de trabajo o la
dificultad de los mismos para tomar conciencia de su verdadero rol de educadores y no sólo de “criadores”, han
empujado a los niños y niñas a establecer relaciones adictivas con la
cuestionada TV y con los juegos de computadora.
La relación
de dependencia con el medio televisivo, es poderosa ya que el hecho de observar
programas en la pantalla, genera en el espectador una actitud de absoluta
pasividad hipnótica, donde sin ningún esfuerzo se atiborra la percepción con
millones de imágenes, que se instalan sin pedir permiso dentro de los procesos
cognitivos infantiles, sin que exista en absoluto un filtro para seleccionar
los mensajes. Por lo tanto la pereza mental se va convirtiendo en un estilo que
progresivamente atenta contra la capacidad de juicio sobre la realidad. En su
medida los juegos repetitivos comandados por las teclas y botones, mal llamados
interactivos, sólo ofrecen puntajes por acumulación de puntos, pero en
definitiva nada creativo que pueda ser manipulado por la imaginación
individual.
En cambio
los cuentos de hadas o los cuentos populares, se convierten en una invaluable
herramienta para desarrollar una imaginación autónoma con matices personales,
ya que cada niño o niña creará sus propias imágenes mentales, incluyendo
movimientos y acciones de los protagonistas de las historias.
La función
maravillosa que siempre han cumplido los cuentos es que permiten al niño
enfrentarse, por ejemplo con la lucha entre el
bien y el mal o con intensas rivalidades fraternas o entre
generaciones y que en el transcurso de
la narración se resuelven de manera satisfactoria para el pequeño lector. Por
lo general el niño se identifica con el héroe, el cual siempre es representante
del bien, además de que sale siempre airoso de las trampas que los “malos” le
tienden.
Los cuentos
son el terreno propicio sobre el cual los pequeños pueden proyectar sus más
intensas y recónditas preocupaciones conscientes e inconscientes y resolverlas
satisfactoriamente en la fantasía.
Que niño en
algún momento no ha pensado que su “mamá es una mala”, cuando ha sido
restringido de alguna manera. Pues en el cuento de hadas tiene el permiso para
odiar a la madre mala representada siempre por una madrastra-bruja a la que se
puede aborrecer legítimamente sin despertar la culpa que acarrearía, aunque sea
por un instante “odiar” a la mamá mala que le impidió seguirse mojando con agua
helada, que le impuso comer un plato de sopa o que le negó un permiso.
Respecto a
la crueldad en los cuentos, sabemos que muchas veces no es mayor que la propia
realidad del niño. Por eso el destino de Hansel y Gretel no es en muchos casos,
un trauma para el niño. Mientras que una postura tradicional y conservadora
insiste en suprimir estos cuentos, una corriente más avanzada y moderna
aconseja difundirlos, ya que entregan al niño indicaciones para la práctica del
diario vivir, a la vez que contribuyen a la superación de muchos temores
infantiles. El niño debe aprender a superar situaciones de violencia que ya
presenta la vida y los cuentos son una primera lección en dicho sentido.
Además es
importantísima la función que cumplen en cuanto al desarrollo de la imaginación,
la fantasía y la capacidad idiomática de los niños.
Los cuentos
de hadas están poblados de situaciones a veces sombrías, pero también hay
relatos bellísimos de una gran fantasía donde impera la ternura, la magia de
las cosas buenas y cierta dosis de generosidad.
Los cuentos
de hadas nos acompañaran siempre, ¿quién no recuerda las historias que le
relataron en su infancia? ¿Acaso no sentimos gran regocijo cuando sabíamos que
las historias acabarían bien y que estábamos bien protegidos en un rincón al
lado de nuestros padres? Los cuentos infantiles permiten al niño vivir una vida
interior bella rica en contenidos y pueden sustraerlo del embeleso hipnótico y
exclusivo de la televisión. El ingreso al mundo del
lenguaje del cuento debe realizarse preferentemente de la mano de los padres de
familia ya que ellos son el punto de apoyo del universo infantil.
*Paula Benedict de Bellot es Escritora, Psicóloga y Psicoanalista.
Lecturas
recomendables para comenzar: los cuentos de Charles Perrault, los Hermanos
Grim, Hans Cristian Andersen, Cuentos de la selva de Horacio Quiroga y cuentos
populares latinoamericanos.
Autoras Cruceñas de cuentos
para niños a quienes pueden leer: Biyu
Suarez y Angélica Guzmán
Para saber más sobre el tema:
“Alas para la infancia”, Peña M. Manuel, ED.
Universitaria, Chile 1995
“Psicoanálisis de los cuentos de hadas”,
Bettelheim, Bruno, ED. Crítica, Barcelona 1994